La forma en la que el sector empresarial se desarrolla ha
cambiado. La tecnología tiene cada vez más presencia en el día a día y ha
conseguido modificar el entorno profesional. Lo tecnológico ya está totalmente
integrado en los procesos laborales y el entorno digital es un área muy
importante –incluso en algunas compañías es la base del negocio– al que prestar
especial atención.
Tanto es así, que la tecnología ha generado la aparición de
un nuevo tipo de trabajador con el que muchas empresas ya cuentan y otras
tantas acabarán contando. Todo ello gracias al desarrollo de herramientas que
simplifican el trabajo.
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El empleado 3.0
La forma de trabajar también ha cambiado. Las nuevas
tecnologías han dado lugar a otro tipo de trabajador, el llamado empleado 3.0.
Un nuevo profesional que se mueve y habita en un entorno digital y para el que
“no existen horarios laborales”. Consiste en un empleado que saca partido a la
tecnología en beneficio de la empresa y es multicanal en su desarrollo laboral.
Sus cualidades son el talento, la capacidad del trabajo a distancia, la
motivación y la productividad entre otras.
En este nuevo escenario laboral, el futuro deparará
compañías que favorezcan el aumento del número de empleados 3.0, es decir,
desarrollo de puestos de trabajo virtualmente inteligentes, puestos de trabajo
que se puedan realizar a distancia, de forma remota. Javier Cantera, presidente
del Grupo BLC (compañía dedicada a los recursos humanos), afirma que el
empleado 3.0 ahora ha de trabajar desde cualquier lugar y a cualquier hora,
siendo las tecnologías y los espacios los que deben adaptarse al trabajador –el
concepto de empleado 3.0 implica que la productividad ya no está determinada
por un horario y un lugar en concreto–. Incluso Javier Cantera va más allá y
afirma que hoy día no se puede entender un mundo sin tecnología, ya que según
dice, “no hay talento sin tecnología y no hay tecnología sin talento”.
¿Qué deparará el futuro?
Ante un mundo en el que la tecnología lo inunda
prácticamente todo, parece probable que todos los trabajadores se conviertan en
cierto modo en un empleado 3.0 o incluso quizá se llegue al concepto del empleado
4.0. Lo que sí parece claro es que las compañías han de emplear las nuevas
tecnologías con el objetivo de crear valor a la empresa, aunque el componente
personal y de relaciones sociales seguirá siendo necesario por mucha tecnología
que exista. Este componente social es un modo de crear y añadir valor,
compromiso y participación en las compañías.
Entonces, habrá que encontrar un equilibrio necesario entre
lo tecnológico (lo digital) y lo “humano”. Potenciar las relaciones sociales y
volver a “humanizar” el mundo empresarial y por otro lado sacarles partido a
las tecnologías y al mundo digital para poder llegar a cada vez más personas
–tener más presencia– y facilitar los procesos de trabajo.
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